El PURO y el DESTILADO, Placer de los Dioses.
EL ACOMPAÑAMIENTO PERFECTO DE UN PURO SIEMPRE SERA UN BUEN DESTILADO
Disfrutar de un buen puro ha sido considerado, durante mucho tiempo, un acto de placer, distinción y clase, es broche de oro en una cena o comida de celebración o acompañante ideal en un momento de reflexión a solas.
El puro y sus acompañantes, un buen destilado, licor, vino de postre, café y una conversación amena e inteligente han sido, desde siempre estrellas sobre la mesa.
Desgraciadamente, las tendencias cada vez más satanizadoras del bon vivant y el naturalismo acorralan sin tregua a los fumadores de estas joyas, orillándolos a consumir solamente en cigars bars y clubs.
Para muchos tabaqueros y sommeliers, esto se relaciona con el exceso en el consumo del cigarrillo, su pariente masificado que, dicho sea de paso, no tiene nada que ver con el ritual de disfrutar un buen puro; deberían se separados por completo uno del otro.
Si bien, cuando se menciona la palabra maridaje se entra en un terreno escabroso dominado por las preferencias personales, al hablar de una armonización entre puros y bebidas se tienen diversos puntos de concordancia, que dependerán siempre del gusto de cada quien.
La máxima es "El gusto del fumador será soberano en todo momento". La idea es intentar una combinación, lo más armoniosa posible, entre el sabor y las sensaciones del puro y la bebida.
"Para hacer un maridaje se debe contar con un conocimiento previo del tabaco, o bien, con la asesoría de un conocedor, ya que por ejemplo, los aromas del puro en frío no serán referencias a los que desprenderá durante su combustión" aclara Hector Habid de Cigar Point.
Para armonizar deben tenerse en cuenta factores como la fortaleza del puro, el grado alcohólico del destilado y su potencia o sutileza aromática.
Este puro, con una duración de unos 45 minutos, provee al fumador un humo cremoso, con sabor de intensidad media-alta, plenitud de notas florales en un inicio, de frutos secos, cuero, café y madera dulce (cedro) al final. Por ello, decidimos armonizarlo con un ron guatemalteco añejado hasta por 23 años con un hermoso color caoba. Sus notas que recuerdan a nuez tostada, vainilla, pasas y madera formarán el puente gustativo con el habano.
Su calibre grueso ofrece abundante humo con tiro equilibrado, llena la boca sin inundarla; posee buena intensidad, notas terrosas de especias dulces, nuez y trufas. Lo acompaña perfectamente un Dalmore 18 años, que envejece por 14 años en barricas de roble blanco o americano, envinado con bourbon, luego, se transfiere a botas de oloroso Matusalem de 30 años, Una Experiencia con notas de vainilla, chocolate amargo, cáscara de naranja, canela y nuez moscada.
De los puros más apreciados en los últimos años, con un tiempo de duración cercano a los 60 minutos. Presenta humo cremoso, notas complejas a heno añejado, frutos secos (almendras y nueces tostadas) café, cedro, cuero y un ligero picante. Para él, uno de los brandis más delicados de jerez. Deliciosamente intenso, con sabores a pasas e higos, notas de roble y envinado, y al final de especias y balsámicos. En la boca es suave y elegante; ideal para darle su tiempo.
Con Información de: Raul Gil - Agencia Reforma
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